El canibalismo poético
"Un beso es el inicio al canibalismo", ese es el lema de los autores y autoras que emplean el canibalismo como una metáfora macabra pero romántica.
Desde la prehistoria, pasando por el cristianismo y llegando a la literatura, el acto de comer a otro igual ha estado presente al largo de la historia de la humanidad.
Antiguamente, cómo un instinto intrínseco de supervivencia, muchos de nuestros antepasados se vieron obligados a consumir carne de sus prójimos. Pero éste era un acto meramente primitivo, dónde no se involucraba ningún sentimiento ni objetivo más que el de alimentarse para garantizar la supervivencia de la especie.
En el cristianismo por ejemplo, se escenifica con la Última Cena, dónde Jesús reparte pan a sus discípulos, haciendo una representación a su cuerpo.
Entre los usos y las distintas costumbres sociales, se forma una relación entre el acto de comer y el sexo. Dando a entender que comer, es fusionarse con lo amado. Así es cómo surgen ciertas frases coloquiales cómo la que dicen las madres, expresando que se "comerían" a sus hijos, como acto profundo de amor.
De ésta forma también se relacionan los amantes, a través de los mordiscos en las diferentes partes del cuerpo o incluso en el sexo oral.
El pintor surrealista Salvador Dalí expresó que soñaba con empequeñecer a Gala (su mujer) hasta convertirla en una aceituna para así comérsela. Él decía que era una de las manifestaciones más evidentes de ternura.
CANÍBALES LITERALES
La psicología ha reconocido que la relación entre los instintos amoroso-sexuales y los alimenticios puede derivar (en casos extremos) a la aparición de parafilias, cómo es el canibalismo.
A lo largo de la historia podemos encontrar a varios criminales que ante un deseo desesperado por poseer a alguien amado, deciden acabar con su vida para después comérselos, sintiéndose así más cerca de ellos.
EN LITERATURA
En la poesía romántica, el canibalismo se entiende más por la unión carnal, más que espiritual entre dos amantes. Esto nos hace ver el amor cómo una sensación de hambre voraz y salvaje, un apetito que nunca está suficientemente satisfecho y que nos hace enfermar, obsesionarnos y finalmente sucumbir ante su ferocidad.El acto de "comer" a alguien muestra la desesperación por la falta de control que sentimos cuando los impulsos sexuales, el amor y la identidad nos sobrepasan salvajemente y atentan a nuestro ego. También es un acto íntimo que deriva en la unión carnal de dos cuerpos, a la vez que se puede convertir en un modo de controlar o poseer a alguien.
EL DILEMA DE CONSUMIR O SER CONSUMIDO
En una relación, por muy igualitaria que sea, podemos sentirnos en la necesidad de "devorar" o "ser devorado".
"Devorar" implica captar la monstruosidad que acarreamos dentro al mismo tiempo que abrazamos ese egoísmo casi instintivo. Pero a la vez es una posición que suele causar un gran sentimiento de culpa y de devoción.
Al contrario, "ser devorado" implica aceptar nuestra humanidad y vulnerabilidad, ya sea con miedo o devoción. Nos puede llevar a una posición de sumisión frente al "devorador".
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